Como Gallo de Pelea
Cuando José se me acercó con ese gallo en las manos, pasaron muchos pensamientos por mi cabeza. Me puse a imaginar las vicisitudes que pasa un gallo de pelea para sobrevivir.
Comenzando con encerrarlo, si hay otros en el gallinero. Luego le quitan la cresta a navaja limpia. Le recortan la pluma de los muslos y parte del cuerpo.
Todavía lo peor no ha pasado. Entonces comienza el manoseo del dueño. Lo suben a hacer equilibrio en un alambre. Lo levantan por la cola. Le echan otro gallo más grande, sin espuelas, para que le ablanden la cara.
Le rocían con ron, todo el cuerpo. Lo que no sé es para qué el dueño tiene ese buche de tabaco, que no lo deja ni hablar claro; como si estuviera haciendo un depósito de saliva. Si eso es para también lanzársela al gallo, en verdad son gallos de pelea.
Y todos esos sinsabores es sin todavía echarlo a pelear ¨armado¨ con dos espuelas, aveces envenenadas.
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