Añorando El Gomero de Antes
Desmontar, revisar, tapar y volver a instalar un neumático es cuestión de unos minutos, con los equipos que tienen las compañías modernas. Gatos hidráulicos, pistolas que sacan las tuercas en unos segundos y luego otra máquina desprende el neumático del tubo. Con un parche adhesivo impiden la salida del aire. Donde el cliente se sienta bajo aire en un amplio salón. Lee una revista, hasta que le entreguen la llave y la factura de pago.
Estos establecimientos son fáciles de encontrar. Un letrero en vinil con una rubia luciendo su traje de baño te invita a entrar.
Pero hacer lo mismo con los viejos instrumentos, en pleno sol. No es lo mismo, ni es igual, como se decía popularmente antes.
Fajarse en el ¨tetero¨ del sol a dar mandarria para flojar las tuercas y luego subirse en la llave de tuercas aceitosa; el aro caliente como una estufa, no tiene perdón de Dios. Y a propósito de estufa, ellos tapan los hoyos con fuego, un trozo de caucho y larga espera.
Como la fotografía lo indica, los perros se orinan frecuentemente en las llantas, macando su territorio, como si fuera una embajada, pues no está en sus terrenos. Cada uno coloca su marca.
Miren este abuelo, fajado con su equipo de echar aire, subiendo y bajando para que el aire entre al neumático. Hace pausas calculadas para buscar la respiración y cuidar sus dedos estropeados por esos micro accidentes que te van transformando la mano; colocando su gato manual, instalado con puntería calculada y los otros tres neumáticos, ¨calzados¨ con piedras para que no se muevan y tu carro pueda caer al suelo el vehículo.
Es fácil encontrar este tipo de gomero, pues coloca un neumático grande; de tractor si es posible, con una flecha dibujada indicando la orientación geográfica donde se encuentra el hombre sudado y sin camisa, con sus chancletas Samurai; esperándote para darte una charla de lo que cree, como sucedió la avería.
Usualmente está instalado en la acera por donde caminan los transeúntes, techado con una o dos hojas de zinc y una sola silla para él descansar. La misma que te ofrece a ti.
Este tipo de gomero no te entrega una factura y mucho menos te pide si la quieres con valor fiscal. Simplemente te dice: ¨patrón todo está listo¨ y te pasa la prueba del delito; el clavo sin cabeza que encontró en su exhaustiva búsqueda.
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