En Fantino las Grandes Casas de Madera se Extinguen.
FANTINO.- 11/04/2017 A mediados del siglo pasado, esta ciudad vivió un gran esplendor, debido que se bautizó el municipio, se nombraron sus autoridades, se abrieron las calles y se desplazaron personalidades de otras ciudades del país, específicamente del Cibao y países como: España, el Líbano y Japoneses que llegaron desde Constanza, por el trato de Rafael LeonidasTrujillo con el gobierno de Japón, como gesto de solidaridad dentro del marco de la Segunda Guerra Mundial.
Se establecieron en lo que hoy es el casco urbano y otros pocos se fueron a la zona rural con sus hatos ganaderos. Ese nivel económico le dio un toque hasta cierto punto aristocrático a Fantino, pues había llegado una cultura, una educación y un poder de decisión que permitió que la ciudad avanzara a pasos agigantados.
Las familias nativas se fusionaron con algunas de esas familias que habían llegado, pero así como llegaron, así mismo comenzó un éxodo hacia la Vega, Santiago, Santo Domingo y el extranjero. Fantino reposó de manera acelerada en la arquitectura, en la nueva manera de negociar.
Llegaron universidades importantes a la Vega y Cotuí a inicios de los 80´s y más gente comenzó a estudiar el nivel universitario. La arquitectura cambió radicalmente; se fue dejando de lado la madera preciosa en las mansiones y el estilo fue cambiando, tan pronto como comenzaron los nuevos profesionales a crear con el nivel alcanzado; pero las casas de madera se fueron quedando atrás y hoy en día solo unas pocas han sobrevivido sin ser remodeladas, pero la mayoría fueron devastadas, destruidas violando la Ley 318 de Patrimonio Cultural Dominicano.
Ningún alcaldes ha aplicado esta ley, estamos a nivel de la era de piedra, pueblo como Pimentel nadie puede cambiar su fechada de casas antiguas, pues se respecta el patrimonio cultural, aquí somos salvajes en eso termino, dizque para darle paso al modernismo, quedando solo fotos y los sueños de esas historias vividas dentro de ellas y sus alrededores.
Los cascos o centros históricos son muestras de lo que fuimos en el pasado y nuestras casas antiguas le dan historia su memoria y permiten evaluar que tan antiguo somos.
En buenas condiciones podrían quedar dos o quizás alguna más, pero han desaparecido. La casa destruida más recientemente, cayó la semana pasada y suponemos que se levantará un edificio o un ´food market´, como se le llama ahora a los lugares donde se pasa el rato, dentro de las estaciones de expendio de gasolina.
Ninguna autoridad pensó en rescatar algunas de esas mansiones que serían de gran prestigio, hacer museos y recordar las leyendas de la ciudad.
La casa del Dr. Sigfredo Alba, será otra víctima del poco valor cultural patrimonial e interés de la Alcaldía municipal, para poner en ejecución una ley que existe para preservar el patrimonio. Todavía podemos salvar esa. Somos una ciudad sin historia.
Tradiciones que solo han sobrevivido de generación en generación y que conste, de Fantino no hay nada escrito del pasado reciente. No hay escritores y las instituciones Estatales están dedicadas, cada una a algo específico que nada tiene que ver con salvar la cultura arquitectónica de un Municipio que brilló con esplendor por más de medio siglo.
Al quitarle estas raíces a la ciudad, ya somos una ciudad cualquiera, con sus barrios amontonados y fincas hechas residenciales, sin ninguna planificación de los servicios básicos, como hacerle buenas vías de penetración, sin respeto de áreas verdes disponibles por ley municipal.m.
Por Miguel Ángel Alonzo y Jorge Acosta