Radiografía del Voleibol Femenino de Fantino
Es que lo disfrutamos con orgullo y recibimos la vergüenza ajena que debieran tener otras personas.
Por Karen Diplán
El voleibol es la disciplina que le ha dado más gloria a Fantino desde la década del 70 y quizás anterior a esos años. Desde el Barrio Zeta, pasando por la cancha de asfalto al aire libre del otrora Club 4 de Julio.
Hemos tenido atletas de corte nacional y hasta representaciones internacionales, nacidos en esta laboriosa comunidad.
En la actualidad, no estamos recibiendo el apoyo como corresponde; nadie quiere apoyar esta hermosa disciplina, que está activa diariamente y con encuentros semanales en recónditos lugares de todo el país.
Nuestro equipo consta de 20 niñas de diferentes edades y apenas tenemos 3 pelotas destempladas y una sola malla desvencijada. Hemos tenido que retirar solicitudes de invitaciones para jugar en nuestra cancha por el deterioro de las bolas y cuando visitamos otras comunidades, muchas veces nos movilizamos en transporte inadecuado. Hemos llegado a nuestro destino, montadas hasta en ambulancia y cualquier tipo de transporte, porque no tenemos presupuesto para pagar un vehículo.
Un jugador nuestro fue seleccionado para participar en los pasados juegos celebrados en Brasil este año 2015 y eso parece que nadie lo sabe, ni le interesa, ni le reconoce por lograr algo que muchos pueblos desearían.
Quienes pudieran ayudarnos solo se lanzan las responsabilidades, unos a los otros, pero en fin no se dignan, ni en visitarnos cuando tenemos encuentros importantes, para que por lo menos alguien reconocido haga el saque de honor y disimular un poco, delante de las visitas que representan otras zonas de la patria.
¿De qué vale que nos pinten una cancha? si no nos dan los útiles deportivos. En el caso nuestro, solo necesitaríamos un par de bolas, unas botellas de agua, un transporte digno y adecuado cuando viajamos y una motivación, porque si no estuviéramos en estas prácticas, quizás algunas estaríamos en nuestras casas viendo novelas.
Seguiremos como cenicientas, sudando día a día, haciendo lo que nos corresponde como atletas. Es que lo disfrutamos con orgullo y recibimos la vergüenza ajena que debieran tener otras personas. Aún así, soñamos con integrar algún día el equipo de las reinas del Caribe.
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